Cuando contemplamos el recinto donde la V.O.T. de Servitas gaditana da culto a la Virgen de los Dolores en una primera apreciación nos podría parecer que es fruto de un proceso breve en el tiempo y de planteamientos sencillos, pues se trata de una capilla homogénea construida a mediados del siglo XVIII, en la que sólo son evidentes algunas reformas puntuales realizadas en fechas posteriores. Pero la realidad es bien distinta y la consulta de los datos conservados en los archivos nos revela el complejo proceso que a continuación tratamos de esbozar. La sucesión de las diferentes iniciativas y proyectos resumen la mentalidad e ideas artísticas de la sociedad gaditana durante la segunda mitad del setecientos, cuando el mundo occidental se ve envuelto en importantes procesos de cambio y la ciudad de Cádiz, por entonces una de las más destacadas del reino, vive intensamente y refleja en sus empresas artísticas estos procesos, provocados por las ideas ilustradas, que darán luz a una nueva estética.
Los primeros datos que conocemos sobre la capilla que albergó originalmente a la imagen de Nuestra Señora de los Dolores van indudablemente unidos a la historia de la propia parroquia de San Lorenzo, pues no hemos de olvidar que el Obispo Armengual de la Mota fue a la vez promotor del templo y de la instalación de la Orden de los Siervos de María en Cádiz. No es esta la ocasión de recordar con detalle el proceso que dio lugar a la instalación de la nueva ayuda de parroquia que este prelado levantó para el auxilio espiritual del barrio de la Viña, pero conviene recordar que cuando se crea la V.O.T. gaditana en 1727 la iglesia de Nuestra Señora del Pilar y San Lorenzo llevaba ya dos años abierta al culto y entonces se comenzaba a levantar su extraordinario retablo mayor. Gracias al celo de uno de los priores de la Orden podemos reconstruir con exactitud cual fue el proceso seguido para que el obispo le cediese la cuarta capilla de las que entonces se abrían al lado de la Epístola de la iglesia.
El 17 de septiembre de 1747 el prior manifestaba en cabildo que había intentado localizar datos sobre el origen de la V.O.T. pero no los encontró por lo que, animado por un celo que hoy no podemos dejar de agradecer, realizó un curioso resumen de aquellos acontecimientos para que constasen a las generaciones posteriores. Este documento, básico para la labor del investigador, indica que cuando los primitivos servitas gaditanos buscaban veinte años atrás un sitio para situar su capilla tuvo lugar una entrevista entre el padre corrector y Armengual en el transcurso de la cual se decidió su futura ubicación. Su contenido literal es el siguiente:
“… no halló otro arbitrio dicho señor (padre corrector) Sino el de cerrar aquel tránsito que va a la puerta del óleo, desde la del Lateral del Presbiterio, de modo que quede hecha Capilla, y allí poner a sor. San Juan por ser preciso en esta Iglesia el Altar del Santo, por ser agregación que tiene con la de San Juan de Letrán, y en la que antes estaba (que es la que hoy poseemos) se puede poner desde luego la Señora Dolorida; pareció tan bien la propuesta a su excelencia. Que inmediatamente, mandó llamar al maestro Blas Díaz (que era el que llevaba la primera dirección de la obra de la Iglesia), y le dijo llevándolo a el mismo sitio; es menester aquí hacer una Capilla, y prosiguió manifestándole los motivos dichos, para poner a san Juan mediante que aquella que este tiene es para nuestra Señora de los Dolores; en lo que se complació el referido maestro, por haber el deseado antes, se aprovechase aquel sitio, comenzándose en esto a reconocer beneficio, pues lo ha sido para esta Iglesia la disposición de tal obra…”.
Queda así claro que los servitas obtuvieron uno de los arcos abiertos a la nave donde se alojaría la capilla para dar culto a su titular. Es curiosa la referencia que se hace a en este documento del conocido maestro alarife Blas Díaz como director de la fábrica de San Lorenzo. Parece evidente que este maestro, que dirigió entre otros trabajos la construcción del oratorio de San Felipe Neri, debía realizar por aquellos años algunas obras complementarias en el templo, como la torre campanario, que por entonces aún estaba en construcción. Pero la dirección primordial de esta nueva iglesia gaditana había sido responsabilidad de otro alarife, Juan Agustín López Algarín, labor por al que fue recompensado con un enterramiento para él y sus descendientes en el tránsito de la puerta lateral. En cualquier caso este primer recinto servita carecería de entidad arquitectónica propia, al limitarse, como antes se indicó, a ocupar uno de los arcos que formaban parte de la estructura general del templo. En adelante pocos cambios sufrió esta capilla y sólo podemos reseñar la realización de algunas obras menores. Entre ellas podríamos citar, por estar vinculada a un maestro de gran prestigio, la comunicación que se llevó a cabo en 1738 entre las bóvedas de enterramientos de la V.O.T. y de la cofradía del Pilar, labor solicitada por la corporación pilarista y que fue informada favorablemente por el maestro Afanador.
El obispo Armengual proveyó también a los servitas de una imagen de la Virgen y retablo para darle culto. De nuevo encontramos en el cabildo de 1747 antes mencionado la puntual relación de estos pormenores:
“… y prosiguiendo su excelencia a manifestar en todo su mente preguntó donde se hallaría un buen artífice que hiciese una imagen de Dolores muy hermosa; a que respondió el Maestro que él tenia en Sevilla un amigo que la haría con toda satisfacción, y a renglón seguido, le dijo su excelencia, pues mándela vuestra merced hacer de mi cuenta y cuidado que ha de ser muy perfecta, lo que así se ejecutó, y por este medio se trajo, la que hoy sirve para las procesiones mensuales, que es a quien primeramente se dio Culto por Nuestro Venerable orden y al mismo tiempo acordó su excelencia que el retablo que servía aún entonces de principal en esta Iglesia se adaptase a nuestra Capilla y se formase en él trono para nuestra dolorida señora, con lo que quedó erigida; todo lo cual se practicó a expensas cuidado y Celo de su excelencia..” .
La imagen, que hoy se venera en la hornacina callejera de la calle Sagasta, fue realizada sin duda por José Montes de Oca, escultor sevillano con el que Blas Díaz mantuvo amistad y a quien años más tarde encargó las esculturas del retablo de su propia capilla, dedicada a la Encarnación, en el templo de San Felipe Neri. Aunque se aleje de los objetivos de este trabajo, conviene señalar aquí como la importante presencia de José Montes de Oca en la ciudad de Cádiz vino de la mano de su amistad con el alarife Blas Díaz, quien con anterioridad había realizado algunas obras puntuales para la ciudad. La imagen de la Virgen dolorosa traería consigo el encargo de otros trabajos para San Lorenzo y años más tarde también sería Díaz el motor de su aportación en San Felipe. Es importante destacar como ya en 1747 se había sustituido esta obra de Montes de Oca, que se destinó desde entonces a las procesiones mensuales, por la talla actual, que podemos fechar con seguridad entre 1727 y 1747, y atribuimos al escultor genovés afincado en Cádiz Francisco María Galeano.
Otro dato de interés que nos aporta este documento es el referido al retablo. Coincidiendo con el comienzo de la construcción del nuevo retablo mayor de San Lorenzo, encomendado en 1727 al escultor Francisco López, el obispo donó a la Orden el que hasta entonces había servido de altar mayor provisional a la ayuda de parroquia. En este caso será el archivo parroquial el que nos aclare el origen de aquel retablo provisional, que albergaría durante más de medio siglo a la titular de los servitas. Se instaló en el presbiterio cuando se puso al culto solemnemente la nueva ayuda parroquia en 1725 y procedía del convento de la Candelaria. Carecemos de datos sobre su aspecto, pero es lógico suponer que se tratara de una obra seiscentista, pues las madres agustinas de la Candelaria se deshicieron de todos los retablos cuando a finales del XVII decidieron derribar su templo para construir uno de nueva planta. Una idea aproximada, al menos de las dimensiones, puede ofrecérnosla el de San José, que procedente de la misma iglesia conventual, se conserva actualmente en la parroquia de San Antonio, obra fechable en torno a 1680 y que podemos identificar con la labor del tallista Juan González de Herrera, autor de importantes trabajos salomónicos en la ciudad y su entorno.
La estructura de esta pieza debió sufrir algunas modificaciones a lo largo de su historia. A la realizada en 1725 para que sirviera de retablo mayor en San Lorenzo, se sucedería la adaptación de sus dimensiones al espacio de la Capilla de la V.O.T., tarea que pudo estar a cargo del maestro ensamblador Francisco López, ocupado por aquel entonces en los grandes retablos de este templo, aunque esta afirmación debe mantenerse siempre en el más riguroso campo de la hipótesis. Sabemos que en 1748 se realizaron vidrios para proteger las imágenes de la Virgen y los dos santos. Dato que nos permite suponer que se trataba de la habitual estructura tripartita, quizá sustentada por columnas salomónicas, presidida por al talla de Nuestra Señora de los Dolores flanqueada por las de dos santos, que los documentos nos permiten identificar con Santa Juliana Falconieri y San Felipe Benicio. Es muy posible que éstas sean las mismas tallas de candelero de origen genovés guardadas hoy en las dependencias de la Orden.
Aunque se trata de una estructura independiente del retablo, debemos citar también el trono que realizó en 1749 el prestigioso tallista y hermano servita Gonzalo Pomar para ubicar durante el septenario la imagen de la Virgen dolorosa en el presbiterio de la iglesia. Tanto el prior como el mayordomo fueron los responsables de esta empresa, pues según lo documentos ambos “… eran del parecer de que se hiciese una Urna o Repisa en que colocar a nuestra Madre y Señora con la mayor decencia y adorno, cuya Urna pudiese servir en adelante sin que se hubiese gastos ningunos en sucesivos años y que por si nuestros hermanos conviniesen y aprobasen esta idea , había hecho llamar a nuestro hermano Don Gonzalo Fernández para que como artífice y arquitecto pudiese decir lo que tendría de costo la dicha Urna o repisa, y habiéndole hecho entrar en la Junta a el expresado artífice y preguntándole el costo que podía tener, hizo su cuenta, y dijo que puesta en su lugar la expresada Urna tendría de costo, tres mil reales de Vellón a excepción de la pintura de Ultimo remate; y oído todo por nuestros hermanos de la Junta determinaron el que se botase, el si se había o no de hacer …”.
El largo camino hacia la nueva capilla
Así se mantuvo la imagen expuesta a la pública veneración hasta que el auge de la orden hizo que se comenzase a pensar en crear una capilla más espaciosa. En cabildo celebrado el 12 de mayo de 1752 el padre corrector Andrés Cortes Cárdenas hizo presente la “…inquietud y desasosiego en que vivía su corazón..”. por lo reducido de este espacio,áxime teniendo en cuenta la creciente devoción y aumento de hermanos. Propuso retomar lo que al parecer era ya un antiguo proyecto de la Orden, comprar para este fin la casa contigua a la iglesia de San Lorenzo. Con tal motivo se formó una comisión, pero pronto se enfrió el ímpetu inicial y no volvemos a tener noticias de esta iniciativa hasta pasado un lustro. La ocasión se presentó con el generoso donativo de una devota, María Paula Enríquez, que falleció el 8 de abril de 1757 y dejó en su testamento a la V.O.T. de Servitas todos sus bienes, resumidos en una casa en la calle de Capuchinos con viviendas alta y baja, miradores, aljibe y pozo, con el gravamen de un censo redimible de 5.600 pesos a favor de Manuel de Arriaga y un crédito de 1.707 pesos y 7 reales de plata que tenía en el tercio de toneladas. También debía financiarse con sus réditos una fiesta anual a San José, San Felipe Benicio y Santa Juliana Falconieri
Pocos meses más tarde la Orden celebró un cabildo dedicado exclusivamente al tema de la capilla en el que se acordó emplear los fondos proporcionados por la venta de la casa en adquirir la finca contigua al templo de San Lorenzo, propiedad de los curas de la Santa Iglesia Catedral. Comienza aquí un largo camino plagado de dificultades, pero que los servitas supieron llevan a buen término con no pocos sacrificios. Son diversos los informes del diputado de la capilla Jerónimo Gutiérrez Gayón en los que se da cuenta del fracaso de las negociaciones con los propietarios, que, lógicamente, exigían unas compensaciones muy difíciles de asumir por la corporación. Hasta dos años más tarde no hay nuevas noticias del asunto y entonces Gutiérrez Gayón comunicaba que los propietarios pedían una casa asimilar. Todo parecía imposible, pero el diputado, auténtico entusiasta de su labor, propuso establecer un plazo de tres meses para estudiar la situación y apenas habían transcurrido dos cuando tuvo la satisfacción de comunicar al cabildo el éxito de las gestiones. El 16 marzo de 1760 se formalizaba acuerdo, al que se había llegado gracias a la mediación del obispo fray Tomás del Valle, mediante el cual logran por fin comprar la anhelada finca para: “… construir y Fabricar en el sitio y suelo de la Casa expresada, hasta la elevación que corresponda, quiera y necesitare la Capilla con su Camarín, en la conformidad con las Luces, Tribunas, Coro y separaciones que consideren de la mayor Comodidad y decencia a la soberana Imagen de María Santísima de los Dolores Nuestra Titular que se ha de Colocar en lo principal de su Testero en Altar correspondiente..”..
Pero las cosas en ningún momento fueron fáciles y aún hubo que esperar un largo trecho de casi tres años, hasta el 24 de septiembre de 1763, para ver llegar el momento en que los servitas, dueños ya del edificio, procediesen a su derribo para dar comienzo así a la construcción de la nueva capilla. La mejor nuestra del júbilo que causó el logro de esta meta la encontramos en la descripción de la ceremonia que el secretario recogió en las actas correspondientes, cuyo contenido queda aquí recogido pudiendo además ver el original en las imágenes adjuntas.AAd perpetuam Rei Memoriam.
“Como Secretario de la Venerable Orn 30 de Siervos de María Santísima de los Dolores sita en la Iglesia Parroquial Auxiliar de el señor San Lorenzo Certifico, en la mejor forma y modo, que haya lugar, que en el día 24 de Septiembre de 1763 años después de haberse celebrado el Santo Sacrificio de la Misa, y haberse entonado el Te Deum Laudamus en Acción de Gracias; de haberse logrado el fin tan deseado, de poder labrar Capilla a Nuestra Titular, y Patrona Nuestra Madre y Señora de los Dolores en la casa contigua a la Iglesia de Sor San Lorenzo, Y finalizado, que fue este acto; pasaron todos los Hermanos siguientes a dar principio a derribar, por tierra las paredes de la casa … Luego, que todos los dichos y muchos individuos, particulares, hubieron entrado dentro de dicha casa, se dio principio a echar por Tierra; Por el Sor don Andrés Cortés de Cárdenas, por la parte de la Calle; y a su Imitación los demás Hermanos Circunstantes; con los Picos y Palanquetas, que para este fin estaban destinadas, y luego, que cayó la primera piedra por el suelo se repicaron las Campanas de la Torre de la Iglesia de el Sor San Lorenzo en alabanza, y gloria de Nuestra Protectora; y luego se entrego para su total perfección A el Maestro Diego Ramos; para que siguiese en su fabrica de Capilla, según, y como havia manifestado en el Plan, que había trabajado, y estaba en poder de Nuestro padre corrector; De todo lo que Certifico”
Carlos Ruíz Termes
Secretario 1º.
Este emotivo documento nos aporta además un dato significativo, el nombre del maestro que había realizado las trazas y se disponía dirigir los trabajos Diego Ramos. Es la primera noticia que se conoce sobre la actividad de este artífice y hubiese resultado de gran interés el poder confirmar su autoría sobre este edificio, pero el proceso se complica y parece que nada de lo que había proyectado se llevó finalmente a cabo. Tras los momentos de euforia vividos en los primeros momentos, la obra se pondría en marcha siguiendo un proyecto cuyas características desconocemos, pero que avanzaría con lentitud, pues pasados tres años se produjo un importante giro en el curso de los acontecimientos. El 15 de diciembre de 1765 los hermanos servitas son informados en cabildo de un acuerdo al que han llegado los diputados de la obra con el cura de San Lorenzo, Francisco Javier Meléndez sobre la nueva disposición ideada para la capilla, cuyo contenido quedó recogido en un documento de catorce apartados que firmaron ambas partes.
Hemos de suponer que lo diseñado por el maestro Ramos sería algo muy similar a la frontera capilla del Pilar, es decir un recinto que buscase en profundidad el ancho del arco que hasta entonces se había ocupado. Pero la idea surgida ahora, fruto sin duda de un ambiente de gran optimismo en la corporación, se centraba en no conformarse con una capilla más o menos normal y apostaba por un ambicioso plan que desgraciadamente no llegó a plasmarse definitivamente. Se pretendía crear una construcción que abarcase todo el lateral de la Epístola abriéndose para ello los cuatro arcos de este lado de la nave y creando una puerta de acceso a la calle. La transformación de la iglesia no se quedaría ahí, pues si esta construcción implicaba de algún modola creación de una nave lateral en San Lorenzo, el cura se puso de acuerdo para coordinar una intervención que lograría adaptar a este fin también el espacio frontero del Evangelio. La apertura de otra puerta en la actual capilla del bautismo unificaría la fachada, única de la ciudad junto a la Catedral Nueva, que contaría con tres accesos en fachada principal correspondiéndose las laterales con las naves surgidas de la reforma.
Un repaso del contenido de los capítulos que regían este proyecto permite obtener una idea aproximada de su auténtica dimensión. En primer lugar se establece que la nueva capilla sería siempre parte de San Lorenzo, sin que en ningún momento pudiese adquirir carácter independiente, si bien los cofrades podrían realizar la puerta a la calle tal y como considerasen oportuno. De igual libertad disponían para el diseño de la capilla, pero siempre que guardasen especial cuidado en no cegar los vanos altos de aquel lado del templo. En consecuencia las llaves de dicha puerta y las de sus correspondientes postigos, que sólo se cerrarían y abrirían por dentro, serían guardadas por el rector del templo, quedando patente que en la capilla no se dispondría nunca mesa de sacristía. También se acordó que al romper la pared lateral de la iglesia se apuntalase bajo la dirección del maestro encargado de la obra de la capilla y se permitía la apertura de los tres arcos de la iglesia donde estaban la Virgen de los Dolores, la Divina Pastora y San Nicolás, poniéndose a cambio estas dos imágenes en sus respectivos retablos en los dos nichos que se corresponden enfrente de dicha capilla a costa de la V.O.T. El primer arco, donde hoy se sitúa el altar dela Virgen del Carmen y por entonces ocupaban los escaparates de la hermandad del Santísimo, se convertiría en acceso a las tribunas, coro de la iglesia y de la capilla. De este modo se pretendía dejar libre el tramo del lado del Evangelio dedicado a este fin donde se ubicaría el retablo de San José. Esta operación se completaba con el cierre de la puerta lateral abierta a la calle del Sol, hoy Armengual, y la apertura de una nueva en fachada principal, de forma que se creaba una nave lateral, paralela a la que conformaría la capilla de los servitas.
Como compensación a los gastos ocasionados por la construcción de la escalera la Orden recibiría la tribuna de su correspondiente colateral del crucero, cuyo acceso podrían realizar como le pareciese más oportuno. Unos últimos detalles de organización establecen que todas las llaves de acceso a los coros las custodiaría el cura, si bien se logró incluir una cláusula que permitiese al prior guardar las correspondientes a la sala de juntas y archivo. También se reconoce el derecho de la V.O.T. a donar o vender los altares de su capilla y queda establecido que las grandes solemnidades se celebrarían siempre en la Iglesia y no en la capilla y que en las procesiones también se partiría del templo para recogerse en la capilla.
Para plasmar estos ambiciosos planes los diputados se pusieron en contacto con el más prestigioso de los arquitectos activos en Cádiz por aquellas fechas, Torcuato Cayón de la Vega, pues en cabildo celebrado el 13 de diciembre de 1767 “…Se vio un diseño de la nueva Capilla hecho por el Maestro Don Torcuato, y se acordó que por los Sres. Don Juan Gayón y don Francisco Escafadillo y yo el infrascrito secretario, se le devolviere al dicho Maestro. Para que le acabase y pusiese su dictamen en cuanto al coste que tendría la Capilla y lo que De lo que esta fabricado haya de quedar inútil, y después los mismos diputados nombrasen Inteligentes que reconozcan dicho Diseño, pongan su parecer y den cuenta a la Venerable Orden para acordar lo que tenga por conveniente…”. Sin lugar a dudas la intervención de Cayón al frente de la remodelaciónplanteada en San Lorenzo hubiese supuesto un a aportación de gran nivel. Dicho arquitecto se encontraba entonces en un momento álgido de su carrera, cuando se hizo cargo de realizar nuevos diseños para la Catedral Nueva, cuya estructura intentó adaptar a las modas cortesanas.
Transcurrieron varios meses sin que se tomase ninguna iniciativa al respecto y el 19 de octubre de 1768 el obispado informa que la obra estáparada y puede causar graves daños a la estructura de la iglesia. Se acuerda entonces reiniciar los trabajos y hacer por fin la puerta nueva se asume todo lo capitulado anteriormente, aunque con la inclusión de una sacristía, cuyo uso determinaría el señor obispo, quien en su disposición indica que los servitas “…podrán fabricar Capilla en aquella forma que más les pareciere conveniente en el todo de ella y cada una de sus partes siempre que en esto procedan arreglados al dictamen de los Maestros de toda satisfacción que para este efecto eligieren, y por quienes se deberá formar el diseño mas oportuno, firmado del maestro, o maestros que lo hicieren con arreglo al cual a de ejecutarse la dicha obra la que habiendo para ello proporción, sin perjuicio De las luces de la Iglesia, u otro justo inconveniente, a de poder extenderse a que sobre dicha Capilla se fabrique sala capitular en que esta venerable orden celebre sus juntas y cabildos como también aquellos cuartos o piezas que parezcan conducentes para que se custodien los papeles y alhajas propias del venerable orden o para otros usos, que este tenga por conveniente…”.
Ahora parece que la decisión es firme y, aunque no conste en la documentación, se debió aprobar el proyecto de Torcuato Cayón, acordando que para la realización de esta empresa se pedirían prestamos sobre las alhajas destinadas al culto de la Virgen. A finales del año siguiente ya se estaban labrando las piedras de la portada y muro de fachada y los diputados solicitaban fondos para proseguir. Un nuevo informe de Gutiérrez Gayón un año más tarde aumenta la sensación de optimismo, ya que para entonces estaban cerradas las bóvedas del cuerpo de la capilla. Cuando todo parecía indicar que por fin se daría forma a la empresa las cosas vuelven a torcerse y las obras quedarían paralizadas poco después, quedando truncado para siempre el ambicioso plan ideado en 1765.
El proyecto definitivo
La falta de fondos obligó de nuevo a replantear situación. El 3 de marzo de 1772 Juan Jerónimo Gayón informa que es el diputado único, pues había fallecido su compañero Tabernilla Escajadillo y que se encontraba con el siguiente planteamiento económico: pargfa terminar los trabajos, según informe del maestro faltaban 9.000 pesos, cantidad que consideraba imposible conseguir sólo con limosnas. De este montante 7.000 serían para albañilería y los 2.000 restantes para construir los retablos y demás adornos. Una solución posible sería la de buscar créditos, pero consideraba el diputado que, el para entonces elevadísimo interés de un 3%, supondría la ruina de la V.O.T. Su propuesta alternativa fue drástica y la expuso al cabildo en los siguientes términos: “Esta idea consiste en que parándose de continuar la finalización de la nueva capilla empezada que ofrecería los atrasos y perjuicios propuestos, que se forme y fabrique en su lugar otra que coja el sitio y suelo que alcanzan los dos arcos en que están nuestra Dolorosa Reina y la Divina Pastora hasta el interior correspondiente formándosele una Media Hermosa Naranja y que tenga su entrada y uso por los mismos Arcos en los que a lo menos en el de la Sra. se pondrán sus cristales que lo cubran para que desde la Iglesia, se vea por los que a ella concurran, y que resguarde a la capilla del Polvo, y perjuicio a la cera que arda por el viento que en derechura le entra por la Puerta que cae a la calle del Sol, y ya sea de este modo, o poniéndole a los Arcos sus barandas con sus llaves como sucede a la capilla de Ntra. Sra. del Pilar (lo que quedara a elección de los señores Corrector y Prior) se custodiarán una de ellas por éste, o por el Mayordomo, ó Persona que aquel deputare, y la otra al Señor Cura de dicha Iglesia para que se abra en cuantas ocasiones sean precisas de decirse Misa en el altar de Nuestra soberana Imagen ó en otro de los que puedan ponerse en la misma Capilla” .
El costo de esta empresa alcanzaría un total de 3.200 pesos, de los que se contaba con 1.000 recaudados con las limosnas, mientras que los 2.200 restantes podían buscarse con facilidad sin interés, con la intención de ver terminada la obra a finales de Junio del año próximo y una vez construida la capilla,se continuarían los trabajos según el plan expuesto por el diputado: “Hasta que este caso no se verifique no se ha de hacer novedad alguna en lo exterior de la dicha Capilla y en lo interior solo la que sea necesaria para concluir y perfeccionar la nuevamente proyectada, y entonces se derribará lo preciso para que sobre el Techo de la Sala Capitular y el del almacén que se han de hacer para guardar en éste todas las alhajas de la Venerable orden y celebrarse en aquella juntas, y cabildos, que necesite, se labre una casa de dos cuerpos con su Puerta a la Calle cuyo costo aprovechándose la mucha piedra y material que ofrece su derribo vendrá a ser con corta diferencia de el de cuatro mil pesos, según el dictamen del mismo maestro y que podrá producir de arrendamiento por la comodidad y extensión de sus viviendas, y uso de el antiguo aljibe que puede servirle y de otras oficinas precisas que pueden hacérsele de catorce a 16 pesos cada mes…”.
Indudablemente fueron las dificultades económicas las que llevaron a esta radical propuesta, algo sorprendente al incluir el derribo de lo que con tanto trabajo se había logrado levantar. La estrategia estaba clara, aprovechar parte del amplio solar para levantar una vivienda y obtener con sus rentas un desahogo económico. Con sus réditos se satisfarían los 162 pesos que cada año pagaban a la iglesia de San Lorenzo e incluso se podía obtener un superávit de 6 pesos más 24 procedentes estos últimos del alquiler del cuarto de alhajas, que ahora sería innecesario. No era una decisión fácil y antes de tomarla se propuso una votación para ver cuantos hermanos eran partidarios de continuar los trabajos en marcha y buscar fondos para darles fin, pero la realidad se impuso y sólo fueron tres los votos favorables a dicha posibilidad. En definitiva se aceptó el nuevo diseño, según el cual se haría una capilla más pequeña sin derribar nada de lo existente hasta que la Virgen estuviese colocada en ella y a continuación se abordaría la construcción de la casa.
Todas las condiciones del acuerdo al que se llegó con los curas de San Lorenzo se escrituraron ante el obispo para evitar de este modo pleitos a posteriori, pues existían algunos puntos conflictivos, que si bien en principio fueron subsanados, más tarde darían lugar a ciertas fricciones entre ambas partes. Quedó bien claro que la Orden sería siempre dueña y soberana de su capilla y que en sus terrenos no podría labrar nada la Iglesia ni altar ni cosa alguna pues había de quedar como las V.O.T. de San Francisco y Descalzos y la capilla del Pilar en la propia auxiliar de San Lorenzo. Un punto conflictivo era el de la toma de luces, pues el ámbito ahora planteado era elevado y se hacía necesario tomar los vanos de iluminación a costa del templo, para lo cual era necesario que se macizaran las tribunas. En compensación por esta merma la iglesia de San Lorenzo recibiría un cuarto sobre la sacristía de la capilla con acceso sobre el patio. La iglesia también quedaría privada con esta intervención del altar donde se daba culto a unos lienzos con la Divina Pastora y San Juan Nepomuceno por lo que se pidió un sitio para ellos en la nueva capilla, si bien la orden sólo accedió graciosamente a hacerles un altar en el pilar que divide los dos arcos, para poner esas mismas pinturas u otras de menor tamaño.
Una vez tomada la firme decisión de llevar a cabo este nuevo plan se buscó un maestro alarife que realizase los diseños y estuviese a cargo de los trabajos, labor encomendada a Francisco Cañete, quien obtuvo “en remuneración de su especial esmero y aplicación que ha tenido (en la obra) desde el principio hasta la conclusión de ella…”, uno de los nichos del panteón de oficiales para él y su mujer. La capilla de Nuestra Señora de los Dolores es hasta la fecha el primer trabajo de este maestro alarife, que, como otros tantos artífices del Cádiz barroco, permanece casi desconocido. En su plan se ajustó perfectamente a las necesidades de los hermanos servitas, creando un espacio cuadrangular cubierto por cúpula semiesférica encamonada. Los detalles decorativos realizados a base de molduras de yeso se plantearon para ser complementados con elementos de talla dorada y pinturas, efecto que hoy no podemos apreciar en su totalidad al haberse retirado durante el siglo XIX los adornos de madera. En cualquier caso el conjunto es muy cercano a otras empresas similares acometidas en la ciudad durante los años centrales del siglo XVIII, y entre ellas podemos señalar una especial vinculación con los planteamientos que José Francisco Badaraco plasmó en la ampliación del templo conventual de San Francisco, sobre todo en la rítmica repetición de las pilastras en los ángulos del conjunto. Serán precisamente esos elementos complementarios los que le den su genuino carácter rococó, condición que pronto despertaría las iras de los detractores del barroco, estilo que por entonces entraba en conflicto con los nuevos planteamientos ilustrados, y que motivarían un largo proceso de reformas a lo largo del silgo XIX e incluso del XX. Cuando aún no se habían realizado estas labores decorativas los hermanos servitas vivieron la inmensa satisfacción de poder, por fin y tras tantas dificultades, inaugurar la nueva capilla de su titular. El acontecimiento tuvo lugar el 25 de marzo de 1774 y de nuevo se tuvo la previsión de recoger en las actas su desarrollo, que fue como sigue: (La imagen que se muestra a continuación del texto del acta recoge una copia del citado acta)
“Ad Perpetuam Rey Memoriam
Dn Rafael Josef del Villar de Vago Espinosa de los Monteros, y Salvino, Secretario Primero Actl del Venerable Orden Tercero de servitas de Nuestra Madre y Señora de los dolores sita en su Nueva Capilla Propia que a sus expensas ha construido la Devoción de sus Servitas en la Parroquia Auxiliar del Sor. San. Lorenzo de la Ciudad de Cádiz.
Certifico que en el día de Ayer veinte y cinco de Marzo del preste. Año de mil setecientos, setenta, y cuatro en que celebra Nuestra Santa Madre Iglesia la Anunciación de Nuestra Señora y en el que cayó la festividad de sus Dolores: después de finalizada su festividad solemne, que acostumbra tributar anualmente en su culto, y obsequio esta Venerable Orden Tercera y de concluida también por la tarde la solemne Procesión que se hizo a su Soberana Imagen; se colocó ésta en su Propia Capilla en la que en acción de gracias se entonó con decente golpe de Música el Te Deum Laudamus: y posteriormente se puso en su interino retablo con gran complacencia; y dándose plácemes los Hermanos unos a otros con general Aplauso de todos los circunstantes, y Devotos que asistieron en crecido concurso a estas funciones con el señor Corrector que es Don Francisco Javier Meléndez Cura Propio en el Sagrario de la Santa Iglesia Catedral, los Señores don José Álvarez Campana actual Procurador mayor de esta Nobilísima Ciudad y Prior de este Venerable Orden. 3º El Licenciado. Dn. Juan Jerónimo Gutiérrez Gayón Abogado de los RealesConsejos y Subprior de Nuestro Venerable Orden y para que siempre conste firmo la presente en la Parroquia auxiliar del Señor San Lorenzo de la Ciudad de Cádiz a veinte, y seis, días del mes de marzo del año del Señor de mil setecientos, setenta y cuatro.
Don Rafael José del Villar de Vago
Secretario 1º actual (rubricado).
De inmediato se iniciaron las gestiones para llevar a cabo los retablos y decoración general del recinto, elementos que por su entidad estudiaremos en el apartado siguiente, pero antes conviene hacer referencia a ciertas intervenciones posteriores que afectarían a la estructura del conjunto inaugurado en 1774. Transcurridos diez años desde aquel solemne momento se hizo evidente que la casa de la calle de Capuchinos estaba en muy malas condiciones, afectada por las goteras y una plaga de hormigas, por lo que se hacía necesario levantar las solerías de azoteas y miradores, obra muy costosa para que pudiera ser compensada con los alquileres. De nuevo se optó por una solución valiente y en vez de buscar soluciones de compromiso acordaron que aprovechando los miradores se construyese otro cuerpo principal, que vendría a ser tercero, con las mismas viviendas y comodidades que tenía el segundo, intervención cuyo precio alcanzó un total de 2.000 pesos y tras la cual la casa adquirió su aspecto definitivo, con el que ha llegado hasta nuestros días.
Antes que concluyese el siglo iban a surgir nuevas dificultades. En 1787 el obispo José Escalzo y Miguel elevaba la hasta entonces ayuda de San Lorenzo a la categoría de parroquia y con tal motivo el párroco emprendió toda una serie de reformas y mejoras para adecuar el templo a su nueva situación. En mayo de dicho año solicitó a los servitas los documentos que certificasen la propiedad de su capilla y unas semanas más tarde presentaba ante el cabildo de la Orden un informe en que detallaba los perjuicios que había sufrido la parroquia con su disposición definitiva. Se queja sobre todo de la desaparición de las tribunas del lado de la Epístola, ya que el cuarto que se ofreció en compensación carecía de acceso y solicita que la V.O.T. realice un tránsito desde la sacristía a la Iglesia en el patio de su vivienda, para evitar así el tener que cruzar continuamente el presbiterio del templo. También propuso que deseaba hacer unos corredores volados ante las tribunas a ambos lados de la nave, para suplir así las balconadas cerradas al construirse la capilla. La parroquia levantaría la del lado del Evangelio, mientras que la frontera correría a cargo de la Orden.
No se puso ninguna objeción a estas reivindicaciones, asumidas en su totalidad, e incluso se aceptó el contribuir a los gastos de todos estos trabajos con una aportación extraordinaria de 300 pesos de a 15 reales. Se porticó entonces el patio trasero de la casa perteneciente a la V.O.T. con arcos y columnas y entonces pensaron los cofrades en la posibilidad de quedar con la propiedad de la galería alta para ampliar el camarín de la Virgen que ya les parecía incapaz. La parroquia por su parte abrió una puerta junto al retablo de San Liborio y porticó dos de los ángulos del patio. El autor de todos estos trabajos fue el prestigioso arquitecto Torcuato José Benjumeda, que por aquellos años se ocupaba de importantes trabajos para la iglesia diocesana de Cádiz, y gracias a su buen criterio se desistió de realizar las pretendidas galerías en el templo, intervención que dicho maestro informó negativamente y consideró como muy perjudiciales a la estética del edificio.
Los retablos
Cuando se inauguró la capilla la imagen de la Virgen fue colocada interinamente en un retablo provisional, que suponemos sería el que poseía la orden desde 1727, pero pronto empezaron los servitas a plantearse la necesidad de construir uno nuevo, acorde con la suntuosidad del nuevo entorno. Poco antes de inaugurarse la capilla se informaba en cabildo que “… Últimamente acordaron que los Señores Diputados de la obra de dicha Capilla acuerden y dispongan lo que estimen por más conveniente para proporcionar, y facilitar el Retablo en que se coloque Nuestra Señora eligiendo el dibujo que sea más primoroso, y decente como se les encarga”. Ya en 1774 la hermana María de Amezat y Mosti dejaba 500 pesos para ayuda del retablo nuevo y los herederos dieron 50 pesos más para que en uno de sus laterales se colocase la imagen del señor San Peregrín, donación por la que se le ofreció un nicho en el nuevo panteón. Gracias a esta ge‑nerosa respuesta se concertó pronto la ejecución, pues sabemos que en marzo de 1775 ya se había acordado con el maestro tallista Gabriel de Arteaga, siendo su precio de 800 pesos, sin incluir las imágenes de los santos. Las labores de talla no se limitaron exclusivamente a este retablo, ya que según indicamos antes toda la capilla fue dotada de numerosos golpes de talla, sobre todo en pechinas y cúpula, que desaparecieron durante el siglo XIX. En el plazo de un año ya se estaba realizando el dorado de todo el conjunto, labor que corrió a cargo de Antonio Pecio, quien mantuvo un enconado pleito con la Orden sobre los pagos que debían efectuársele por sus trabajos, gracias al cual conocemos a los artífices de esta obra.
Las reformas decimonónicas sólo nos han dejado un testimonio de todas estas labores, el camarín de la Virgen, cuya delicada composición cuajada de rocallas que configuran algunas tarjas con símbolos de la Pasión, son buena muestra del quehacer de Arteaga, una de las figuras más destacadas de la retablística rococó gaditana. Nacido en Arcos de la Frontera, Arteaga se estableció en Cádiz hacia 1760 y aquí llevó acabo una importante labor de la que nos restan testimonios tan significativos como el retablo mayor de la iglesia conventual del Carmen, sin duda una de las obras más logradas del rococó bajo andaluz. Por desgracia no se ha conservado ningún testimonio de la decoración de cúpula y pechinas, pero podemos hacernos una idea de su disposición en otras obras semejantes, como la capilla de Jesús Nazareno en Santa María, que algunos años antes se redecoró con abundantes elementos de talla debidos a Julián Jiménez, con la colaboración escultórica de Benito de Hita y Castillo.
El retablo de la Virgen de los Dolores tendría un marcado carácter vertical, similar al que presenta el dedicado a la Virgen del Mayor Dolor en la parroquia de San Antonio, obra atribuida a Gonzalo Pomar. El cuerpo se centraría en la embocadura del camarín de la titular y a los lados iban las pequeñas tallas de San Peregrín y San Felipe Benicio. Para el ático se talló una imagen de Cristo crucificado, que recibe el título del Amparo. Todas estas esculturas evidencian la mano de un maestro de formación genovesa, que seguramente realizaría más trabajos para la capilla, como los evangelistas de las pechinas, hoy desaparecidos. A los lados del retablo se colocaron dos excelentes marcos de talla que habían regalado en 1774 Miguel Vicente Delgado y Pedro de Anda. Estas piezas fueron trasladas en 1940 al sotocoro,donde se conservan actualmente, una de ellas con el lienzo original que representa a Jesús Nazareno, mientras que la otra alberga una bella pintura del Niño Jesús firmada por la pintora decimonónica Victoria Martín del Campo.
A la producción de Arteaga pueden asignarse también los dos pequeños retablos que ocupan el lateral de la epístola de la capilla, albergados por sendos arcos de medio punto. Ambos sitios fueron donados por la Orden en 1774 al Prior y Subprior como reconocimiento a su labor en pro de la consecución de la capilla. En el más cercano al presbiterio levantó Juan Jerónimo Gutiérrez Gayón, subprior y diputado de las obras, un retablito dedicado a San Juan Bautista a cuyos lados van pequeñas tallas de un Santo Servita no identificado y San Ildefonso. El ático esta ocupado por un lienzo de la Divina Pastora que presidió originariamente una de las capillas de San Lorenzo, desaparecida cuando se construyó la de la V.O.T. El prior José Álvarez Campana dedicó el suyo a San Francisco Javier, imagen hasta entonces venerada en la iglesia, de la que era muy devoto y que le regaló con este fin el padre corrector Francisco Javier Meléndez. A los lados van las tallas de Santa Rita y Santa Juliana, tan vinculadas a la Pasión de Cristo, mientras que el ático lo ocupa un lienzo de San Juan Nepomuceno, que acompañaba al de la Divina Pastora en su desaparecido emplazamiento. Todavía contó la capilla con otro altar, situado en el panteón, que estuvo presidido por un crucificado de marfil, con el título de la Buena Muerte, donado para este fin por Miguel Vicente Delgado. Otros elementos de talla fueron las galerías doradas de las que pendían colgaduras de damasco carmesí, que desafortunadamente se retiraron en 1940, y una serie de lienzos que ocupan los medios puntos configurados por las pechinas, obras de algún pintor modesto que despertaron las iras de Ponz, pero que poseen un altísimo valor iconográfico.
Cuando todo parecía concluido y ya nada quedaba por hacer en la capilla que tantos sacrificios había costado lograr, comenzó a surgir el descontento hacía el retablo y camarín, que no terminaban de satisfacer a los hermanos, sin duda debido al cambio de gusto que por aquellos años finales del siglo XVIII imponían las ideas ilustradas. Ya vimos como en 1787 se pensaba en ampliar el camarín y en torno a los años del cambio de siglo se encargó a uno de los más prestigiosos grabadores del país, Francisco Selma, una estampa de la Virgen sobre dibujo de Blas Beltrán, cuya plancha original aún conserva la Orden. En esta delicada obra aparece la titular de los servitas gaditanos entronizada en un retablo clasicista del tipo tan difundido en la ciudad por maestros a la moda como Torcuato Benjumeda, circunstancia que apunta con seguridad hacia la voluntad de un cambio. Reemplazar esta pieza tan pronto escapaba sin duda a las posibilidades económicas de los hermanos, pero la idea, atizada por las severas críticas de Ponz, se mantuvo viva. Fue a mediados del siglo XIX, en un momento en el que se vivían tiempos de desahogo y prosperidad cuando se vuelve a plantear este tema y en las actas de cabildo encontramos un amplio, pero sugestivo, documento fechado el 18 de abril de 1852 que nos lo explica de forma inmejorable:
“Invocada la asistencia del Espíritu Santo por Ntro. Padre Corrector e indicado por este Sr el objeto del presente Cabildo, el Presbítero d. José María Bocio actual Mayordomo del V.O.T. dio principio al acto manifestando, que el altar en que se venera la imagen de Ntra. Dolorosa Madre en su Capilla propia sita en la Parroquia de San Lorenzo de esta ciudad, a más de lo defectuoso en orden a su construcción y Arquitectura, según opinión de los inteligentes, se hallaba considerablemente deteriorado: que su camarín, como se demuestra, no es proporcionado a las dimensiones de la Efigie; y que las luces interiores de este en vez de derramarse en su cúpula, las recibía por insuficientes lumbreras en su espaldar; de suerte que no pudiendo la Señora ocupar cual debiera el centro de dicho camarín, por lo mucho que en él se oscurecería, se hallaba irregularmente colocada en el primer tercio de su espacio, y que allí, el polvo, y la inmediata flama de la cera, deslucían sus vestidos y afectarían con el tiempo el sobresaliente mérito de su escultura: qué precaver este mal gravísimo por el medio natural, que es el del marco con cristales, varias veces se había intentado, pero que á petición de los mismos hermanos, á ruegos de otras muchas personas devotas, y en el conocimiento del mal efecto que dicho marco produce en la visibilidad y lucimiento de la Imagen, había sido preciso al fin hacer abandono de él, dejando á la Señora al descubierto en que aparece. Por todo lo cual dicho Señor mayordomo, animado e identificado con los buenos deseos de nuestro Padre Corrector y de Ntro. Hermano el Sr. Prior, sometió a la deliberación del Cabildo el proyecto de un nuevo y bien ordenado Retablo, en el que, la Efigie de Ntra. Dolorosa Madre preservada de todo futuro daño ostente a la vez toda su hermosura y magnificencia: poniendo en conocimiento de los Señores vocales para su acertada determinación que el V.O. 3º, pagados todos los gastos del septenario solemne, Jubileo circular, y demás festividades que acaban de celebrarse con el decoro y brillantez que todos hemos presenciado, contaba hoy con un sobrante de nueve mil reales de vellón en efectivo disponible.
En vista de este razonado y satisfactorio informe del referido Sr. Mayordomo, que acredita más y más su interés y constante anhelo por al conservación y el ornato de tan preciosa Imagen y todos los Servitas presentes convinieron en la necesidad de llevar á cabo el pensamiento altamente laudable de dichos Señores Corrector, Prior y Mayordomo y en su consecuencia acordaron por unanimidad la construcción del nuevo altar, y que este fuese cual corresponde a Ntra. Dolorosa Madre, y al estado de prosperidad a que por su mediación santísima ha llegado el V.O. más como algunos de los circunstantes poseídos de un fervoroso entusiasmo significasen al momento su deseo de que dicho Atar fuese de piedra, por conciliarse así su solidez con su suntuosidad, nuestro hermano el Sr. Prior muy oportunamente dijo; que para proceder con la debida madurez y aspirar al acierto en un particular de tanto interés para el V.O. era de opinión se empezase por la adquisición de un diseño que reuniese lo correcto en su Arquitectura, lo elegante en su forma, y lo gracioso en su decoración, valiéndose al efecto de uno de los profesores de más concepto en esta Ciudad, y trazado, delineado, y dibujado que fuese este en términos que pudiese servir de modelo para su exacta valoración ahora y perfecta fabricación en su día, con presencia de dicho diseño y acompañando a este una prolija y minuciosa explicación facultativa de todos los pormenores y requisitos que deban concurrir en el proyectado altar para que este corresponda en un todo á las convenientes miras del V.O., se practicasen las más eficaces diligencias a fin de conocer, cual será su costo construyéndose de madera, y a cuanto ascendía éste haciéndose de piedra, y por si hubiese posibilidad de optar por esta segunda y preferente materia, qué ventaja reportará el V.O. mandándolo fabricar en Génova: todo con el fin de que obtenidos ya los datos y conocimientos necesarios para deliberar en tan ardua empresa, se convoque otro Cabildo para que éste entonces, consultando el aumento proporcional de fondos y los recursos con que contar pueda el V.O. para el día en que deba estar concluido dicho Retablo (que también se interrogará) resuelva lo que más estime conveniente a los intereses de la corporación y a los devotos fines que ésta se propone…” .
El manifiesto cuidado con que se planteó esta cuestión llevó a consultar a uno de los maestros de obras más prestigiosos de la ciudad, Carlos Requejo, que se había encargado de realizar algunos retablos pétreos en la Catedral Nueva. Para apoyar sus diseños Requejo se valió de algunos dibujos debidos a reconocidos artífices, que presentó a la Orden y aún se conservan en su archivo, siendo éstos uno de los mejores exponentes de su patrimonio histórico. Un bosquejo de retablo sencillo, muy parecido al que se representó en el grabado de Selma es anónimo. De Tomás de Sisto, importante teórico del academicismo gaditano, que propició una reedición de Vignola, son dos proyectos para el mayor de la parroquia de San Antonio que finalmente no se llevaron a cabo. A Manuel Tolsá, figura fundamental en la arquitectura valenciana, corresponde otro diseño que puede ser una primera idea para el mayor de la iglesia de la Conversión de San Pablo, obra que se le encargó aprovechando su corta estancia en Cádiz cuando esperaba el embarque a México lugar donde desarrolló una importante labor. No podía faltar la personalidad más destacada de la escuela gaditana, Torcuato Benjumeda, de quien firma el dibujo del retablo destinado al sagrario de la parroquia del Rosario. Este auténtico tesoro documental sirvió de respaldo al autor para sus dos propuestas. La primera, firmada el 16 de agosto de 1852, se realizaría en mármoles de colores y está claramente inspirada en la obra de Benjumeda, a la que se añadía un amplio ático. El 12 de diciembre de ese mismo año se fecha un segundo dibujo en el que se suprime el ático e incorpora una estructura envolvente, imitando un ámbito semicircular, que se coronaría por un cuarto de esfera casetonado, elementos tomados de la obra de Sisto.
Ignoramos cuáles fueron los motivos pero esta iniciativa quedó aparcada hasta 1878, fecha en la que Eduardo Requejo, hijo de Carlos, presenta otra propuesta fechada en 30 de junio donde de nuevo se toma como referencia la creación de Benjumeda, pero afinando la estructura del ático, más ligera que la ideada por su padre, e incorpora dos grandes hornacinas a los lados del retablo. Tampoco se aprobó este proyecto, pues los servitas decidieron encargar la obra a Juan Rosado, prestigioso tallista y adornista, que contaba con trabajos muy reconocidos por aquellas fechas como la decoración del Salón Regio de la Diputación o el manifestador que preside el altar mayor catedralicio. Rosado realizó una obra en madera policromada a imitación del mármol, y dorada, muy delicada y de carácter ecléctico, en la que una estructura de formas clásicas se combina con otros elementos historicistas. A pesar de la desafortunada intervención de 1940, en la que fue suprimido el ático, esta obra pone digno punto final a un largo y complejo proceso que aún podemos descifrar en los muros de esta histórica capilla.
Descripción Artística
El trazado de la Capilla es de planta rectangular, dos grandes arcos la comunican con la Iglesia Parroquial, frente a ello se levantan dos altares de madera tallada y dorada del más puro estilo barroco del siglo XVIII, en cuyas hornacinas centrales se veneran las imágenes de San Francisco Javier y San Juan Bautista, al primero de ellos lo flaquean dos preciosas tallas con extraordinaria policromía de Santa Rita y Santa Mónica. Lo remata un lienzo dedicado a San Juan Nepomuceno. En el segundo se sitúan con igual disposición que en el anterior, una artística imagen de la Virgen, entregando la casulla a San Ildefonso, ayudado de un ángel, todo ello en madera tallada y policromada, al lado opuesto un San José (sin niño), y se remata con otro lienzo, esta vez dedicado a la Divina Pastora. Entre ambos altares se encuentra situado el Stmo. Cristo del Amparo, un crucificado de tamaño académico, del que no conocemos su procedencia, aunque guarda un asombroso parecido con el Stmo. Cristo de la Defensión, que se venera en la Iglesia de los PP. Capuchinos de Jerez, esta imagen que llegó a esa ciudad en 1.795. junto con la titular del Convento de la Cartuja, cuyo autor era D. José Estévez Bonet. En la restauración del año 2.010, el Cristo ha vuelto a su ubicación original en el ático del retablo neoclásico de la Virgen, estando pendiente de recuperar el camarín original que lo cobijaba, que según las últimas investigaciones realizadas por D. Lorenzo Alonso de la Sierra, sería el que acoge, desde el año 1.939, a la imagen fundacional en su hornacina de la calle Sagasta.
En el coro bajo, penden dos valiosas cornucopias, donadas en 1.744 por los hermanos servitas D.Miguel Vicente Delgado y D.Pedro de Anda, de madera tallada y dorada que recogen dos pinturas en lienzo, una dedicada a Jesús Nazareno y la otra a un Niño Jesús Pasionista, siendo este último regalo de una servita, académica de Bellas Artes Dª Victoria Martín del Campo (1.850). En las fotografías inferiores pueden ver las dos pinturas y los marcos que cobijan estas pinturas.
El retablo del altar mayor de la capilla se terminó en el año 1.776, no teniéndose noticias de su estilo, lo único que nos queda de aquel retablo es el camerín de estilo churriguesco, de madero tallada y dorada, las dos puertas de acceso a la antigua sacristía parroquial y dos cabezas ángeles.
Pasados los años se pensó seriamente en cambiar el mismo, y así se le contrato su construcción a D. Juan Rosado, notable tallista gaditano, autor entre otras obras de la adaptación de la sillería del coro de la S.I. Catedral gaditana, que inspirándose en un boceto del no menos conocido D. Torcuato Benjumeda, ejecutó con gran maestría y acierto, quedando inaugurado el 1 de febrero de 1.879. Su estilo es neoclásico, en madera y pintado a imitación del mármol verde con algunas piezas doradas en oro fino. A ambos lados se adoptaron dos repisas, donde se veneran las imágenes talladas y policromadas de San Felipe Benicio y San Pelegrin Laciosi, se remata con un gran sol que enmarca el corazón con los sietes puñales, flanqueado por dos ángeles desnudos, de igual material que el retablo, y pintados en color oscuro. Lógicamente en la parte central del retablo queda el camerín de la Virgen. Este último tuvo entrada directa, por las escaleras que conocemos actualmente, el 3 de junio de 1.787, previo de 300 pesos a la Parroquia.
San Peregrino Laziosi, es invocado como patrón de los enfermos de cáncer y enfermedades de las piernas
Durante la restauración llevada a cabo durante el año 2.010, por la empresa Ars Nova, el sol que remataba el retablo se ha situado en la cornisa que da inicio a la cúpula de la Capilla, no pudiéndose recuperar la policromía original de los dos ángeles que lo flanqueaban, los cuales pertenecieron al retablo barroco, y que han quedado con un color imitación del bronce, más en consonancia con el retablo del que forma parte, sosteniendo en sus manos un isopo y una lanza.
Durante la restauración del camarín se ha descubierto que la parte exterior del mismo, se encontraba policromada, lo que da a entender que el retablo barroco en el que se ubicaba permitía ver el camarín en su totalidad, de modo similar a lo que pudiera ocurrir con el retablo de San Francisco Javier. Igualmente se han efectuado catas dentro del propio camarín donde ha salido a relucir los dorados rojizos que se encuentran debajo de las partes blancas del propio camarín, quedando en proyecto el recuperar estos colores cuanto antes sea posible, al igual que la sustitución de los cristales azules y burdeos por los espejos que originariamente pudieron haber tenido.
Dos grandes ángeles, de magnífica ejecución y perfecta policromía, sostienen sendas lámparas votivas, de plata de ley, situados a ambos lados de la capilla. Una rica y gran moldura de yesería separa la planta baja del coro alto, donde descansan cuatro pechinas que enmarcan a otros tantos lienzos en forma de medios puntos, donde se representan temas netamente Servitas.
El medio punto que se sitúa sobre el altar mayor, representa a un lado al Niño en el Templo, delante del anciano Simeón (1er. Dolor de la Corona Dolorosa) , al otro lado a Jesús entre los doctores, y en el centro a un Padre Eterno.
Al lado del Evangelio se representa en su parte central, un gran crucificado, y a sus pies en actitud orante, un joven vestido con ropajes cortesanos y que bien podemos suponer de quien se trata, ya que la leyenda de origen así nos representa a San Felipe Benicio, en la parte izquierda, otra estampa de la vida de este Santo, delante del cuadro de la anunciación, que se venera en Florencia, en la Basílica Servita de la Anunciata, él ayuda a misa y mientras tanto sueña con la muerte y el demonio. En el otro extremo , lo vemos delante de su madre, con el hábito puesto, en actitud reverente. La Asunción de la Virgen, sentada sobre un carro, tirado por el cordero y el león, rematan esta pintura.
En el lado de la epístola, el tema central es la Madonna con los Siete Santos Fundadores bajo su manto, haciendo entrega del hábito negro de San Agustín y del escapulario. En un segundo término, la misma imagen acoge a un gran grupo de servitas que la implora. En otro plano y de rodillas el Santo dominico San Pedro de Verona, que ayudó a San Felipe Benicio, a la consolidación de la Orden en la Iglesia. Al lado derecho y sentado en su Sitial el Obispo Ardingo, entrega los hábitos que en un principio vistieron estos Siete hombres, dándoles su bendición. Acaba este pintura con un gran Ángel, vestido con ricos ropajes y en su brazo izquierdo sostiene un libro, con la leyenda SIERVOS DE MARÍA.
El último de los lienzos está dedicado exclusivamente a temas gaditanos de nuestra Orden. El tema central es la imagen de la Virgen, en medio de dos columnas, rematadas por ángeles, sobre un altar barroco. En el lado derecho, observamos al Papa Benedicto XIII, ante la atenta mirada del Prior General Fray Pieri María Senensis haciendo entrega al Capuchino Fray Francisco de Jaén, de la bula de erección de nuestra V.O.T., una mesa con tapete verde enmarca el escudo Papal. Al otro lado se representa al Obispo Armengual recibiendo el Santo Escapulario, de manos del capuchino, siendo por tanto el primer Servita Gaditano. Termina esta representación pictórica con un gran escudo, sostenido por dos ángeles desnudos.
(Sentado aparece S.S. Benedicto XIII; de pie aparece Fray Pieri María Sensinies Prior General de la OSM y arrodillado Fray Fco. de Jáen)
Está rematada la capilla, por una bóveda de media naranja, con cuatro balcones, y sus correspondientes herrerías en forja. Hacia el exterior, vidriera de colores adornan e iluminan.
El día 21 de noviembre de 1.857 a instancia del Párroco de San Lorenzo y corrector de la V.O.T. Rvdo. D. Luis María Morote, se eleva al Sr. Obispo, la solicitud para declara sagrario de la Parroquia, a nuestra Capilla. Los motivos que se aportan a tal petición, no son otros, que la falta de un espacio reservado, para la oración personal, y mayor decoro del Santísimo, motivos que se repiten en el año 2.011 cuando el Párroco de San Lorenzo hace la misma petición a la Orden y que hacen el Santísimo vuelva a reservarse en nuestra Capilla, coincidiendo con la apertura de esta trás su restauración.
El 25 de noviembre de 1.857 el Obispo Arbolí pide al Prior, el parecer de la Fraternidad a tal petición, a lo que se responde unánimente, con un total y absoluto consentimiento, además de considerar el mayor de los honores, poder tener constantemente en nuestra casa la presencia del Augusto Sacramento, a las plantas de nuestra Madre la Santísima Virgen de los Dolores.
Inmediatamente comenzaron las reformas para colocar el sagrario. Adecuaron para ello, un dosel de plata que se usaba de manifestador en las exposiciones del Santísimo, siendo éste donado en 1.791 por el mayordomo D. Miguel Vicente Delgado. Se enmarco en cuadro de madera de ébano, con motivos eucarísticos del mismo metal, incrustados en ella. A los ángeles lampadarios se les coloca las correspondientes lámpara de plata de ley, para la luz del Sagrario. En la fotografía de la inferior pueden ver la que sigue siendo la puerta de nuestro sagrario.
En 1.858 se declara Capilla Sagrario, y así el 17 de Enero de ese mismo año, el Excmo. y Rvdo. Sr. Obispo D. Juan José Arbolí y Acaso trasladó con toda solemnidad y bajo palio, al Santísimo Sacramento a su nuevo Sagrario a los pies del camarín de Nuestra Señora. Fue asistido el Sr. Obispo por la totalidad del Cabildo Catedral, que en su mayoría eran servitas. Con m
En el año 1.989 tuvo lugar una nueva reforma de la Capilla, llevándose a cabo entre otras obras, la fabricación de una mesa de altar, con elementos ornamentales existentes del siglo XVIII, limpiándose los lienzos y demás altares.
En el año 2.007, según resolución de la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía de fecha 7 de noviembre de 2.007 , la Capilla Sagrario de María Santísima de los Dolores, junto a la Iglesia de San Lorenzo, fueron declaradas Bien de Interés Cultural.
El 29 de febrero de 2.008, la Priora de la Fraternidad, Dña. Encarnación Orellana Vallejo, acompañada de la Secretaria de la Orden, Dña.Pilar Rubio Martínez y por el Mayordomo, D. Miguel Puerta Morales, firmaban tras unos meses de intensas negociaciones, en las que participó también el Subprior de la Orden, D. José Julio Reyeros Cánovas, un Convenio de colaboración con el Excmo. Ayuntamiento de nuestra ciudad, fruto del cual, y tras más de un año de reformas de los proyectos en base a las líneas marcadas desde la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, el 30 de agosto de 2.009 se iniciaban, las que probablemente hayan sido las obras de restauración más importantes que se haya sometido nuestra Capilla, desde que se inaugurara allá por el año 1.774.
Durante más de un año medio, las empresas José María Rodríguez Fernández 2003, SL. y Ars Nova Restauración de Bienes Culturales, S.L., llevaron a cabo un intenso pero fructífero trabajo, gracias al cual se llevaron a cabo obras de reformas estructurales, dando paso a unas dependencias muchas más amplias y modernas, como consecuencia de la cual desaparecia la conocida hasta entonces como sala de vitrinas. Igualmente, y gracias a la colaboración también de empresas como Cajasol, Unicaja, Eléctrica de Cádiz, hermanos, devotos y al esfuerzo ecónomica de la propia Orden, se llevó a cabo la restauración del retablo mayor, de los retablos laterales, de las puertas doradas, galerías, cornucopias, angeles lampararios, que volvieron a su ubicación original, recuperándose las galerías doradas situadas justo encima de las puertas que dan acceso a la sala de exposiciones, antigua sala de juntas, y volviéndose a colocar en los arcos de la capilla y en el sotocoro, tres lámparas de lágrimas, lo que dió un caché extraordinario a la capilla, la cual fuera nuevamente abierta a la contemplación de todos, el lunes 7 de febrero de 2.011, en presencia del Prior de la Orden, D. Miguel Puerta Morales, la Excma. Alcaldesa de nuestra ciudad, Dña. Teófila Martínez Saiz, el Ilmo. Vicario General de la Diócesis, D. Guillermo Domínguez Leonsegui, el Párroco de San Lorenzo y Asistente de esta Fraternidad, Rvdo. P. Jesús José García Cornejo, así como numerosas autoridades civiles y religiosas, además de numerosos medios de comunicación, hermanos y devotos. Durante una semana fueron algo más de 1.500 personas las que pasaron por nuestra Capilla para contemplar la exposición que con motivo de su apertura se había organizado, siendo Comisario de la misma, nuestro hermano e historiador del arte, D. Lorenzo Alonso de la Sierra Fernández, congratulándonos de las excelentes criticas recibidas por el magnífico trabajo realizado.
En la fotografía puede contemplar una de las cornucopias de espejo y uno de los apliques de bronce de cinco brazos ubicados, tras la restauración de la Capilla en el año 2.010, flanqueando el altar de la Virgen.
El 17 de febrero, día de la Apertura del Año de Gracia concedido por el Obispo de la Diócesis, D. Antonio Ceballos Atienza, con motivo de la Coronación Canónica de nuestra titular el 17 de septiembre de ese mismo año, de cuyo decreto daba lectura durante la ceremonia la Secretaria de la Orden, Dña. Isabel María Madroñal Camacho. tenía lugar la apertura eclesiástica de nuestra Capilla Sagrario, en un Iglesia abarrotada de fieles y devotos, en la que la Eucaristía fue concelebrada, junto al Sr. Obispo, por el Cabildo Catedral, por el Delegado de las Ordenes Seglares Servitas en España, Fray Jaime Mª Frau Vicens y por nuestro Asistente, efectuándose a la finalización de la misma Solemne Traslado del Santísimo Sacramento, con Bendición Solemne y Reserva hasta nuestra Capilla Sagrario, precedido de la reliquia de los Siete Santos Fundadores, que portaba Fray Jaime Mª Frau Vicens, en compañía del Prior de la Orden Seglar, D. Miguel Puerta Morales.
Fuentes Texto:
«Seglares Servitas en Cádiz». Capítulo dedicado a la Capilla, Autor D. Lorenzo Alonso de la Sierra Fernández.
«Breve Historia de la O.S.S.M. en Cádiz. Autor: D. José Antonio Millán Pozo
Textos referidos a la restauración años 2.008-2.011 a cargo de D. Miguel Puerta Morales
Fotografías: Fabián Pérez Pacheco, José Antonio Millán Pozo, Jesús Guerrero Alba, Jesús Savona León, Miguel Puerta Morales y Rafael García Ramírez